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LA HUMILDAD

Por: Ricardo Mejía Cano

Fue una de las compañías más admiradas del planeta. Desde la creación del Dow Jones, había pertenecido al selecto club. Por más de 120 años estuvo en la cima empresarial. En junio del 2018 la sacaron del club.

Muchos de los avances en confort y calidad de vida del siglo pasado fueron gracias a su creatividad: los bombillos, los electrodomésticos, las centrales eléctricas, acompañado del radio y la televisión. Luego vendrían las turbinas, que con el desarrollo de la aviación moderna tumbaron la barrera de la distancia. Los misterios del cuerpo humano desaparecieron con sus maquinas de rayos X.

Los cazatalentos más prestigiosos de EE. UU. la tenían como primera en la lista para sonsacarle ejecutivos. De 9 presidentes que había tenido en sus primeros 120 años, todos habían sido formados en casa. Su primer presidente en 1892 dejó un legado imborrable: “Nuestro éxito no depende de los bombillos, los motores o nuestros otros productos, depende exclusivamente de la calidad de la gente que contratemos y la formación que le demos”.

En el 2001, sólo 4 días después de asumir como presidente Jeff Immelt, en reemplazo del icono Jack Welch, el atentado de las torres gemelas en Nueva York puso a prueba la capacidad de la compañía. Como uno de los fabricantes de turbinas más grandes del mundo, su negocio incluía apoyar a las compañías aéreas con créditos y leasing de aviones. GE Capital, que en sus inicios prestaba dinero a los consumidores para la compra de los electrodomésticos, se había convertido en el brazo financiero de la compañía y su principal negocio. La recesión aérea fue el primer campanazo.

Se la jugaron por las plantas de generación eléctrica a gas, pero el resurgir de las energías limpias acabó con los pronósticos de crecimiento y se disparó el inventario. Para mayor desastre, en el 2015 compraron la división de potencia de la francesa ALSTOM, con lo cual aumentaron los problemas de la admirada General Electric.

En el 2006 vendieron parte de sus compañías de seguros, en medio de gran festejo. Diez años después tuvieron que hacer una provisión de US $ 6.000 millones, para cubrir compromisos que no habían previsto.

Si bien en sus inicios quedó expreso que lo importante era la gente, desde WELCH se sembró la cultura de utilidades a toda costa. Para tal fin, empezaron a vender y comprar empresas como si se tratara de “shopping” en el supermercado. La gente entraba y salía como mercancía con las empresas que se compraban o vendían.

Para muchos de los analistas el haber tenido una junta directiva de 18 personas, en que la responsabilidad se pierde, fue parte del problema. Sus pares tienen en promedio 11.

La acción pasó de estar por encima de US $ 50 en el 2002 a menos de $ 10 en la actualidad. Miles de pensionados tenían sus ahorros en la compañía mejor manejada del mundo. Hoy están sin los ingresos que les permitían comer y vivir.

Las empresas se deberían manejar siempre como si estuvieran en crisis, evitar el triunfalismo y el conformismo. El poder y las ínfulas de grandeza matan. Immelt, rodeado de la aureola de una compañía invencible, se desplazaba a todas partes en el avión de la compañía, pero además detrás tenía que seguirlo otro avión, por si tenía una emergencia.

“Crotonville” es la “Universidad” donde GE forma a los que se suponía eran los mejores gerentes del mundo. Al respecto Immelt, hoy destituido y a quien ya lo han reemplazado dos gerentes, decía: “Nunca pararemos de aprender”. Desafortunadamente parece que quitaron la cátedra de HUMILDAD y sin esta no hay empresa que perdure.

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