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La Moda y la Vida

Por: Ricardo Mejia Cano.

En el cuento de Andersen “El Nuevo Traje del Emperador”, éste, un monarca vanidoso y superfluo, sólo pensaba en su apariencia y vestuario. Aprovechando esa debilidad, dos pícaros se hicieron pasar por sastres y ofrecieron al Emperador un traje que sólo podría ser apreciado por personas inteligentes. El Emperador quedó fascinado con la idea y ordenó que tejieran la tela y le confeccionaran la original prenda. Curioso por el avance del trabajo, mandaba a sus ministros a supervisar la fabricación de la fabulosa tela. Estos se sorprendían de no ver nada, pero para no aparecer como tontos, se excedían en admiración por tan extraordinario tejido. Finalmente el Emperador también cae en la trampa: al ir a observar el tejido “montado” en el telar, no ve nada, pero revelarlo sería probar su incapacidad y premia a los bribones nombrándolos Tejedores del Reino. Los muy pillos finalmente “confeccionan el traje” y “visten al Emperador”. Muy orondo el Emperador sale a caminar por la ciudad para exhibir su bello vestuario. Los ciudadanos conocedores de la historia del famoso tejido, tampoco querían parecer tontos y alabaron la majestuosa indumentaria. De pronto un niño grita: “El Emperador está desnudo”.

Afortunadamente ni todos los humanos son tan vanidosos y tontos como el Emperador de Andersen, ni los sastres son pícaros como los de la historia.

La sastrería es una profesión centenaria cuyos orígenes se remontan al Siglo XII. Por siglos el propósito del vestuario era más esconder el cuerpo que realzarlo y una simple bata servía para ese fin. Durante el Renacimiento empieza a tomar fuerza la importancia de destacar el cuerpo y el trabajo de cortar la tela en diferentes piezas, figurarlas y coserlas para adaptarlas mejor al torso del individuo. Los sastres empezaron a jugar un papel importante en la vida de la sociedad y su arte y ciencia se convirtió en una actividad especializada y compleja, cuya técnica cada uno quería guardar celosamente. Nacía la MODA.

Eran las Cortes Europeas las que demandaban el trabajo más sofisticado de los sastres, hasta que con la revolución industrial y la democratización las Cortes Inglesas empiezan a simplificar su vestuario. Los reyes y sus súbditos se empiezan a vestir de manera semejante. En la mitad del Siglo XIX los sastres inglesesdominan la moda masculina.

Simon Cundey pertenece a la séptima generación de la famosa sastrería Henry Poole, fundada por su tatata…rabuelo en 1806. En 1865 el Príncipe de Gales, Eduardo VII, quería un traje más informal y fácil de llevar, diferente a la tradicional vestimenta real. Henry Poole le diseñó un vestido elegante y ajustado al cuerpo que satisfizo al Príncipe: fue el primer “Smoking”.

La sastrería esta ubicada en la famosa calle londinense de Sabille Row, donde generación tras generación de sastres atienden generación tras generación de clientes. Son tiendas llenas de calor humano y atención personalizada, que no se han dejado desplazar por Armani, Zegna y Ferragamo. Para el primero, los sastres de Saville Row están pasados de moda, incapaces de adaptarse a la tecnología y al gusto cambiante del consumidor. No entiende que se trata de profesionales con una tradición centenaria, quienes interactuando con la moda y con la vida, encuentran la satisfacción que nunca les podría dar el dinero.

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