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Los Guaches de Gucci

Por: Ricardo Mejía Cano.

Aburrido con la monótona vida de su familia, según él, de artesanos en decadencia, dejó la soleada Italia y se fue a trabajar al prestigioso Hotel Savoy de Londres. Allí lavó platos, fue camarero, conserje y el más importante: ascensorista del primer elevador eléctrico en el mundo. No era cualquier hotel: fue el primero también en tener luz eléctrica, líneas telefónicas y baños con agua caliente en todos los cuartos. Los huéspedes eran Eduardo VII, Harry Truman, Charlie Chaplin y toda la élite que pasaba por la gran ciudad. El ascensorista, aventurero y extrovertido, terminó de amigo de sus importantes huéspedes y encantado con el exorbitante lujo.

En 1921, con 40 años, después de trabajar 20 con el hotel y sin los “reflejos para el delicado oficio de ascensorista”, arregló su retiro y regresó a su bella Florencia. Con sus ahorros y el recuerdo del calzado, de los bolsos, las maletas, del vestuario y del lujo que le había rodeado tantos años, se acordó del oficio de su padre, del que tanto había denigrado.

Así empezó la marca GG, que le dio la vuelta al mundo.

Con su esposa Aida, costurera de profesión, Guccio Gucci tuvo 4 hijos: Rodolfo, Vasco, Aldo y Ugo. Los cuatro se vincularon a la marca que vistió a las mujeres más importantes y bellas del mundo. Pero finalmente el éxito fue opacado por la historia de intrigas, vendettas familiares y los desfalcos fiscales. No sólo fueron las peleas a puños entre los hermanos. Aldo, al frente de los negocios en EE.UU., fue encontrado culpable de evasión fiscal y terminó en la cárcel de EGLIN, conocida en la Florida como el “Country Club”. Uno de sus hijos, muy creativo, puso una empresa que le competía a GG. El nombre de la nueva compañía: Gucci. Las Cortes y la posibilidad de terminar en prisión como su padre, le hicieron desistir de su poco inspirada aventura.

Maurizio, hijo de Rodolfo, quien ascendió a la presidencia en 1989, fue acusado por sus primos de falsificar la firma de su padre y apropiarse del 50% de las acciones. Su esposa, Patricia Reggiani, en un ataque de celos le mandó matar en 1995 cuando salía de su oficina. La “Viuda Negra”, conocida antes por sus extravagantes lujos, adquirió mayor renombre por sus desacertadas actuaciones. Hoy está pagando 27 años de cárcel.

El emprendedor empieza movido por una ambición que le induce a tomar riesgos. Ve oportunidades que los demás no ven, o las ven, pero su aversión al riesgo les impide actuar. Debe tener una personalidad recia y gran tenacidad. Sobre todo en la etapa inicial, cuando debe vencer los mayores obstáculos. Pero una vez la empresa crece debe aprender a ser empresario.

El empresario se destaca por su capacidad de promover las habilidades de sus subalternos, por ser incluyente, responsable con su entorno. Enseña a sus herederos sobre sus derechos y deberes, sus obligaciones con la empresa y con la sociedad. Cuando el emprendedor se convierte en empresario, transmite a la generación siguiente los valores que permitirán que la empresa le trascienda.

Fue lo que Guccio no supo hacer y finalmente los guaches de sus herederos acabaron con su sueño

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