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¿Quién responde por sus hijos?

Por: Ricardo Mejia Cano

¿Están los colegios preparando los ciudadanos que moldearán la sociedad que queremos? La calidad de la educación de los jóvenes depende de los valores transmitidos, de los retos y vivencias que experimenten y principalmente de la calidad de los profesores. Los padres con su ejemplo y enseñanzas son quienes más influyen sobre los hijos, pero los responsables de la educación en el colegio son las juntas de padres de familia, más que Mineducación.

¿Es suficiente credencial para participar en la junta de un colegio ser padre de familia? No parece. Si el porcentaje de población por debajo del nivel de pobreza se duplicó en los últimos treinta años, pareciera que en cuanto a educación las juntas, y en general los adultos, no hemos sido exitosos: incumplimos el compromiso de formar una sociedad mejor.

Los puentes que se crean entre nuestras cien mil millones de neuronas se establecen en un proceso que termina aproximadamente a los quince años de edad, de allí la importancia de la educación primaria y secundaria.

La principal función de una junta es definir con la administración las metas y asesorarla para alcanzarlas. Elaborar un mapa estratégico: diseñar las bases de la sociedad que queremos, los valores que deben poseer los jóvenes para construir esa sociedad, como promover esos valores en la etapa de formación y contratar los profesores que enseñen esos valores. Es un trabajo en cascada: La sociedad, los egresados, los alumnos y finalmente, la más importante, los profesores.

La mayoría de padres queremos una sociedad más justa, en paz, capaz de asimilar los retos del mundo moderno, creativa, trabajadora, etc. Para lograrlo, los jóvenes al terminar sus estudios deberán poseer habilidad de trabajar en grupo, responsabilidad social, tolerancia, seguridad en si mismos, conocimiento, creatividad, dedicación, salud, etc. Los profesores deberán tener estos mismos valores, capacidad de transmitirlos, de descubrir los talentos, y no menos importante, estabilidad. Por bueno que sea un profesor, si no establece una relación en el tiempo con sus alumnos, poco éxito podrá tener en su gestión.

Las personas tenemos habilidades, conocimientos y talentos, los dos primeros se pueden formar y mejorar, el tercero es difícilmente modificable, y difícilmente reconocible. No se equivocó Chopra al escribir: «Hay una cosa que cada individuo puede hacer mejor que cualquier otro en todo el mundo- y por cada talento único, existen necesidades únicas. Cuando estas necesidades se unen con la expresión creativa de nuestro talento, se produce la chispa que crea la abundancia». El ciclista Santiago Botero, el cantante Juanes, el presidente del Banco de la República y el presidente Álvaro Uribe, son talentos graduados en el mismo colegio. ¿Cuántos talentos ha promovido el colegio de sus hijos? Gracias a la dedicación y profesionalismo del vigilante y profesor Clément Mathieu, en la película Los Coristas, el joven Pierre Morhange descubre sus cualidades innatas para el canto y la música. Colombia necesita descubrir sus talentos: los profesores del colegio de sus hijos juegan un papel muy importante y las juntas deben profundizar en este punto.

Para confirmar si se están cumpliendo las metas se deben medir los valores, habilidades, destrezas y conocimientos de los egresados, de los estudiantes en sus diferentes etapas, y de los profesores. El ICFES, más otras evaluaciones de estudiantes y profesores son necesarios. Si estamos empeñados en consolidar nuestra democracia, se debería medir el porcentaje de egresados que ejercen el derecho al voto, más otros índices que midan la responsabilidad social de los nuevos ciudadanos. Así como las empresas toman productos de las estanterías de los supermercados y los llevan a los laboratorios para confirmar su calidad, con mayor razón los colegios deben hacer seguimiento a la calidad de sus egresados.

Las responsabilidades de los miembros de junta de una institución educativa son muy grandes, para dejarlas a padres de familia armados sólo de buena voluntad. Las juntas deben tener profesionales con perfiles complementarios, que enriquezcan la calidad de los análisis y aconsejen correctamente a la administración. Perfiles para una junta podrían ser un psicólogo, un empresario, un artista (Es urgente impulsar mayor creatividad), un entrenador físico o deportista, un rector, decano o profesor universitario, un médico, un líder social o político, etc., profesionales (Mujeres y hombres) que se complementen y aporten conocimiento sobre los valores que deben tener los jóvenes para crear una sociedad mejor. Buscar diversidad para enriquecer las discusiones. Es conveniente la participación en la junta de uno o más miembros que no sean padres de estudiantes del colegio e independientes de la administración, profesionales que puedan aportar una visión imparcial del colegio.

En charla reciente sobre Gobierno Corporativo a un grupo de juntas directivas de colegios de diferentes ciudades del país, mencionaba que las 1000 compañías de Fortune, las más grandes de EE.UU. y con operaciones en más de 50 países, tenían en promedio diez directores en las juntas y la tendencia era a disminuir. Agregué que si las decisiones de una junta debían ser por consenso (Votar es síntoma de ruptura), la junta de una institución educativa debía tener 6, máximo 8 miembros. Un asistente intervino, argumentando a favor de juntas de doce miembros. Preferible la calidad a la cantidad.

Los presidentes de grandes compañías como General Electric, Gap, Gillette (Ahora de Procter), etc., dedican el 50% de su tiempo a recursos humanos: quieren conocer la vocación y talentos de su gente, confirmar sí son los adecuados para su trabajo. Evalúan periódicamente su desempeño, analizan con cada colaborador las metas alcanzadas, determinan si los incumplimientos fueron por falta de conocimientos, falta de talento, o por culpa de la compañía; definen con él las metas del periodo siguiente; le preguntan que tan a gusto se siente. Como dice Thomas Stuart en Intelectual Capital, «las actividades más esencialmente humanas son: percibir, juzgar, crear y construir relaciones». ¿No debería ser igual en una institución educativa?

La junta no debe participar en el día a día de la institución, responsabilidad que corresponde a la administración. La junta selecciona y nombra al rector y es responsable del éxito o fracaso de la entidad, tanto en la calidad de la educación como en el manejo económico de los fondos, de allí la importancia de sistemas de medición completos.

Para el correcto asesoramiento a la administración, la junta debe crear comités y elegir los directores que participarán en ellos. Los más importantes son:

El Comité Académico y de Desarrollo de Profesores: Supervisa que el pénsum académico esté actualizado, ajustado a las necesidades de este mundo cambiante, y promueve el desarrollo profesional de los profesores. El Comité Financiero y de Auditoria: Vigila la correcta utilización de los recursos. El Comité de Artes y Deportes: Promueve estas actividades a nivel del pénsum y a nivel extracurricular. En el primer comité debe participar el rector, los directores de bachillerato y primaria y al menos dos miembros de junta. En los otros comités participan las áreas especializadas y al menos dos miembros de junta. Otros comités más operativos, que ayudan a la administración en temas como cafeterías, transporte, etc., y en que participan otros padres de familia, deben ser autorizados por la junta.

La junta debe establecer un procedimiento para evaluar a cada uno de sus miembros. Igual que con los empleados y los profesores de la institución, un director de junta con bajas evaluaciones debe ser despedido. Una junta buena debe ser estable, las evaluaciones permiten los ajustes necesarios. Los directores deben ejercer sus funciones por periodos de cuatro o cinco años, y ahora que el tema está de moda, permitir una reelección puede ser conveniente. Recuerde que cuando vote para elegir la junta del colegio de sus hijos, delega la responsabilidad de su educación. Una junta profesional le permitirá dormir más tranquilo.

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