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Una cadena que se rompe

Por: Ricardo Mejía Cano

Duro, con razón, el editorial de El Colombiano del pasado 28 de julio con el ministro de Agricultura. Subir aranceles al algodón para presionar aumentos en los precios internos, quitándole competitividad al resto de la cadena, es una grave amenaza para el principal renglón de nuestras exportaciones manufacturadas. Afortunadamente el mayor arancel ya fue derogado, gracias a un acuerdo que transmite alguna tranquilidad a la cadena, pero que debía alarmar a todos los colombianos.

Por muchos años la revista inglesa Cotton Outlook, ha estado informando sobre los precios internacionales del algodón. En 1966 introdujeron el Índice «A»: precio promedio CIF (costo, seguros y fletes) de los cinco algodones más baratos comercializados en el norte de Europa, de una selección de 15 oferentes. El índice se determina para una calidad (color, limpieza, madurez, etc.) y longitud determinadas, y se ha convertido en la referencia para todas las negociaciones (excepto en futuros) de algodón en el mundo. Entre los oferentes normalmente están Burkina Faso, Turquía, Uzbekistán y China. Hace dos años, Cotton Outlook se vio obligada a introducir el Índice «A (Far East)», debido al auge que ha tomado el algodón chino. El valor de este índice es actualmente 2 centavos de dólar inferior al índice «A». Como lo expresan los señores de Cotton Outlook, las cotizaciones son una idea de los niveles de oferta y no los precios a los que efectivamente se negocia el algodón, que generalmente están por debajo.

La fórmula para calcular el precio que debía pagar la industria:
Precio nacional = [Índice A – 1.51 + 1.142] x 1.053 + 0.774 (centavos de dólar / libra).
1. Al índice se le resta 1.5 centavos de dólar para reflejar la menor calidad y longitud que se utiliza como referencia en Colombia.
2. Se le suman 1.14 centavos de dólar, mayor valor que los industriales pagaban por los algodones importados.
3. Se corrige el precio con un arancel promedio del cinco por ciento.
4. Manipulación en puerto y otros.
En reciente negociación entre textileros, algodoneros y Minagricultura, se aceptó una segunda fórmula para fijar el valor que deben pagar los industriales: el índice «A» se reemplaza por el «A (FE)», se suprimen los 1.14 centavos de dólar y bajan los costos de manipulación a 0.65 centavos de dólar.

Sin embargo, los algodoneros convencieron al Ministro de que el valor correcto por tonelada debía ser 4´000.000 de pesos (0.69/ dólares libra), y que la diferencia entre este valor y el dado por la fórmula, en este caso la primera, lo debía poner el gobierno. En adelante me asesoraré con los algodoneros en las pocas transacciones que realizo. Esto le podría costar al fisco 40.000 millones de pesos para la cosecha del centro y del litoral. ¿Otra reforma fiscal para financiar este subsidio?

El textilero de Turquía o China compra el algodón al precio local, sin incluir fletes internacionales, seguros, aranceles ni manipulación en puerto. Compran el algodón hasta un 15 por ciento más barato que sus competidores colombianos. En la producción de índigo, el algodón representa el 60 por ciento del costo de producción. Coltejer y Fabricato, que recientemente duplicaron su capacidad de producción de índigo, deben estar pensando cómo convertir sus plantas en centros turísticos.

Los empresarios agrícolas de Burkina Faso y China, donde no hay subsidios, venden el algodón a 0.43-0.45 dólares la libra y ganan plata. ¿Por qué en Colombia necesitan mucho más?

Según la publicación «El Agro Frente al TLC» (página 129) del Ministerio de Agricultura, la mano de obra representa en promedio el 45-50 por ciento del costo total de producción del algodón y los químicos el 25-30 por ciento, cifras que varían según la región y tecnología del cultivo. No tiene uno que ser muy aventajado para entender dónde concentrar la acción. Minagricultura debe aprovechar las ganas de TLC de Mincomercio, y entregarles a los algodoneros químicos buenos y baratos.

Los cultivos tecnificados de Tolima y Huila tienen un costo de producción de 1089 dólares/tonelada, equivalentes a 2´840.000 pesos/tonelada. Obtendrán un margen bruto de casi el 25 por ciento, que sin gastos de comercialización y con administrativos bajos, deben esperar una utilidad neta muy atractiva, mejor que la de cualquier sector industrial ¿Estará el Ministro dispuesto a reducir el margen de sus coterráneos?

El otro 45-50 por ciento de los costos de producción es más difícil de resolver. Según el Balance del Mercado Laboral, I trimestre del 2004, elaborado por el Dane, la Tasa de Desocupación rural es sólo del 10 por ciento, principalmente porque la Tasa de Inactividad está en el 40 por ciento. La gente en el campo ni siquiera busca trabajo.

En el 2001, en mitad de una de las peores crisis de la industria textil, las negociaciones de la convención colectiva con los sindicatos de Coltejer se pusieron álgidas. Al observar que ninguno de los líderes sindicales se vestía con telas Coltejer, pregunté el porqué. La respuesta fue inmediata: las telas en El Hueco eran más baratas. Nos facilitaron a las directivas la explicación de por qué el reajuste salarial debía ser cero, y lo aceptaron. Prefirieron un sacrificio salarial al desempleo. ¿Estarán los desempleados del agro colombiano dispuestos a lo mismo?

La cadena textil aporta el 12 por ciento del PIB industrial nacional. Levis Strauss contrata con compañías antioqueñas la fabricación de más de 12 millones de bluyines año, aproximadamente un 15 por ciento de su demanda mundial, y aunque muy poco se produce con tela nacional, envió carta a Mincomercio urgiendo mayor competitividad. En conseguir rebajas son desgraciadamente exitosos, y desplazar su producción a Haití o China les cuesta una llamada telefónica.

Levis está exigiendo bajar costos a los confeccionistas, estos compran telas importadas porque las nacionales son muy costosas y nuestros algodoneros necesitan más de 0.20 dólares por libra que sus homólogos de África, China o Turquía. Es claro que el sector debe meterle el acelerador a su reestructuración, de lo contrario la cadena se rompe.

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