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Una Muralla China

Por: Ricardo Mejía Cano

Fue director de Valorización, concejal, alcalde de Cali, presidente de Ecopetrol. Pertenece a la tercera generación de una familia de empresarios que han sido ejemplo para el país. Ocupó todos los cargos posibles en la empresa familiar, hasta llegar a la presidencia. De baja estatura, pero corazón inmenso. Cuando el presidente Belisario Betancur lo nombró Alto Comisionado de Paz, su primera declaración, con su humor desbordante fue: “Me aumentaron la estatura por decreto”.

Sus más de 50 años de servicio al país le hicieron merecedor en el 2011 del máximo reconocimiento que hace Portafolio a los empresarios en la categoría Vida y Obra empresarial.

Predica y aplica un principio que todos los empresarios colombianos deberían adoptar: “No pueden existir empresas exitosas en entornos inequitativos”. No es extraño entonces que en 1960 sus hermanos mayores y tíos hubiesen regalado el 33 % de las acciones de su empresa a la fundación que hoy lleva su apellido.

– ¿Don Alfredo, cuál ha sido el legado que la Fundación Carvajal deja a la familia? – “Un intangible muy grande, difícil de medir. Les doy un ejemplo: en una huelga general que hubo hace muchos años en Cali, Dn. Tulio Cuevas, un líder sindical muy importante que tuvo Colombia, vino a hablar con mi hermano Manuel, quien era presidente de la compañía y le reclamó por qué no habíamos parado. Manuel le respondió: ‘Los trabajadores son libres de tomar sus decisiones, si quieren trabajar, tienen las puertas abiertas’. Dn. Tulio le protestó: ‘Pero si no paran, los violentos en el movimiento podrían venir a tirarles piedras y dañarles las oficinas’. Manuel le replicó: ‘Ellos saben que el 33 % de los beneficios de la empresa es para el bienestar de sus comunidades, así que sería hacerse daño a sí mismos’”.

– En una charla con Carlos E. Piedrahita (q.e.p.d.) hablábamos de que los colombianos desaprovechábamos las oportunidades en el mercado internacional y subestimábamos las ventajas de tener operaciones productivas en el exterior. Ustedes han sido pioneros en los mercados externos. ¿Deberíamos ser más agresivos internacionalmente? – “Nosotros entramos al mercado internacional por una casualidad. En los años 60 Puerto Rico se estaba industrializando y tenían una especie de PROEXPO. Ellos nos visitaron y nos invitaron a montar una fábrica de etiquetas y cajas, productos que necesitaban con urgencia. Así empezamos. Algunas de las ventajas de expandirse internacionalmente son la de diversificar el riesgo y tal vez la más importante, se desarrollan nuevas capacidades. Un ejecutivo por fuera se tiene que volver más recursivo, no tiene las ayudas de que dispone en Colombia, y esto los hace mucho más capaces”.

– Ustedes son más de 180 parientes. Si bien se observa una imagen de armonía, entre tantos familiares tienen que existir dificultades ¿Tienen conflictos? – “Obviamente, pero no dejamos que se crezcan, se abocan a su debido tiempo”. Fue enfático: “Hemos construido una muralla china entre la familia y la empresa, lo cual nos ha traído grandes ventajas”

Mi conclusión: las estructuras de gobierno que la familia Carvajal ha implementado para la empresa y la familia son tan maduras e invierten tanto en educación, que cualquier diferencia la resuelven de manera civilizada, sin poner en riesgo la compañía. De la conversación se entiende que la “Muralla China” tiene una puerta levadiza que permite una comunicación ordenada entre empresa y familia, pero a su vez impide un intervencionismo emocional e improcedente de esta última, que pueda dar al traste con el desarrollo de la primera.

Ver la entrevista completa en: http://sdj.com.co/entrevista-don-alfredo-carvajal

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