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El valor de la palabra de los candidatos

Por. Ricardo Mejia Cano

Por razones de trabajo viajé a Venezuela mensualmente del 2007 al 2017. Fui testigo directo de como allí los pobres pasaron a la miseria, los de clase media a la pobreza y como la mayoría de los ricos, miles de familias de clase media y millones de familias pobres abandonaron el país. Vi como la infraestructura de carreteras, una de las mejores de Latinoamérica, se deterioró, la educación se politizó y el sistema de salud se pauperizó. La devaluación del Bolivar fue de tal magnitud, que éste perdió su valor transaccional y finalmente fue reemplazado por el dólar. Era uno de los más ricos de la región y cayó al nivel de Haití.

Pude también confirmar un principio capital de la izquierda radical latinoamericana: una vez se conquista el poder, éste no se entrega. El fraude se convierte en una herramienta válida para conservar el poder. Evo Morales no se pudo hacer reelegir por tercera vez en el 2019, porque el fraude fue denunciado por la veeduría internacional y el ejército y el pueblo unido le exigieron la renuncia. El correísmo no se pudo perpetuar en Ecuador porque perdió el respaldo de los indígenas y la izquierda llegó dividida. Colombia va por el camino de Nicaragua y Venezuela, con la izquierda unida y el centro y la derecha dispersos en multitud de candidatos.

Durante más de dos décadas, la oposición en Venezuela permaneció dividida, fragmentada en múltiples partidos, liderazgos y agendas personales. El chavismo aprovechó esa división para consolidar su poder y desmantelar las instituciones democráticas. La experiencia venezolana debería hacer reflexionar a los candidatos y a sus equipos de campaña.

Cuando en la pasada Asamblea de la ANDI en Cartagena, Paloma Valencia, Vicky Dávila, David Luna, Mauricio Cárdenas y Juan Manuel Galán manifestaron su compromiso de hacer acuerdos con otros candidatos para participar en una consulta en las parlamentarias de marzo, un grupo de empresarios nos propusimos facilitar ese acuerdo. Delante de 2000 empresarios, Vicky le respondió a Bruce Mac Master que el país estaba por encima de su ambición personal. Juan Manuel Galán dijo que unidos podríamos vencer a la izquierda en la primera vuelta. Ese fue el tono de los 5 candidatos.

A principios de septiembre les enviamos comunicaciones cada uno, en los siguientes términos: Apreciados Paloma, Vicky, David, Mauricio y Juan Manuel: en la Asamblea de la ANDI ustedes confirmaron su disposición a participar en una consulta en las parlamentarias del mes de marzo del 26. Queremos invitarlos a una reunión el 15 de octubre en Medellín con el fin de confirmar ese compromiso y tener un debate sobre la educación. Debido a la importancia del evento y a que gran parte de los colombianos ve con ansiedad la cristalización de esa unión, hemos invitado a importantes medios de comunicación. También hemos presupuestado $ 2’000.000 para financiar el desplazamiento de cada uno de ustedes.

Para despejar dudas sobre el principal propósito de la reunión, les enviamos el documento para discusión y firma.

Con excepción de Mauricio Cárdenas, todos manifestaron su interés en participar. Maria Fernanda Cortés, jefe programática de la campaña de Vicky Dávila, luego de mostrar interés nos dijo que el debate le parecía bien, PERO QUE NO FIRMARÍA NINGÚN ACUERDO.  Al final se excusó de asistir. Con los otros tres candidatos nos ha sido imposible concretar la reunión.

La realidad es que los candidatos se encuentran permanentemente en los diferentes debates. Si efectivamente quisieran un acuerdo, lo podrían protocolizar de inmediato. ¿Quieren endulzar el oído de sus electores hablando de su disposición a un acuerdo, pero en la práctica no tienen el más mínimo compromiso? ¿Su egoísmo y vanidad les impide entender el riesgo que corre el país?

Si en marzo de 2026 la izquierda radical logra escoger a un candidato único mientras el centro y la derecha se dispersan en más de cien aspirantes, el desenlace será previsible: nos iremos a un modelo económico y social que ya mostró sus efectos destructivos.

¿Cumplirán sus otras promesas, mientras incumplen la que más pregonan? Los ciudadanos buscan líderes coherentes, que hacen lo que dicen. Cuando un candidato asegura en público que está dispuesto a participar en una consulta, publica documentos argumentando la importancia de ese compromiso, y se niega a formalizarlo, envía un mensaje devastador: su palabra no tiene valor.

Nota: Mientras los candidatos no formalicen un acuerdo, no se les debería donar dinero, ni invitarlos a debates ni entrevistas. Unidos ganaríamos en la primera vuelta.

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