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La Construcción: de la Cúspide al Abismo

Por: Ricardo Mejia Cano

El informe económico de septiembre de Camacol dibuja un panorama gris para la vivienda. Lejos de consolidar el impulso que permitió la recuperación postpandemia durante el gobierno anterior, el país enfrenta hoy una desaceleración marcada por el aumento de los desistimientos, la caída del valor agregado de las edificaciones y una pérdida creciente de asequibilidad para los hogares de menores ingresos.

Uno de los indicadores más alarmantes es el de los desistimientos en viviendas de interés social (VIS), que se duplicaron entre 2022 y 2025. En agosto de este año, Camacol reporta 3.569 desistimientos mensuales, equivalentes al 25 % de las ventas totales. En términos acumulados, las renuncias en el segmento VIS alcanzan cerca de 28.000 unidades, frente a las poco más de 14.000 registradas en 2022.

Uno de cada cuatro compradores termina abandonando su sueño de tener vivienda propia, en parte por la pérdida del poder adquisitivo y la falta de subsidios eficaces. El Gobierno Petro, que prometió facilitar el acceso a la vivienda social, ha dejado sin techo a miles de familias de bajos recursos.

Según Camacol, los niveles actuales de desistimientos igualan los de 2020, cuando la economía estaba cerrada y el desempleo superaba el 20 %. Hoy, con la economía abierta, los resultados son igual de graves, pero esta vez por políticas erráticas e improvisadas.

Durante la pandemia, en 2020, el sector cayó más del 30 %. Sin embargo, con las políticas contra cíclicas y de subsidios bien estructurados del Gobierno Duque, el sector se recuperó hasta representar cerca del 12 % del PIB. Entre 2021 y 2022, la actividad edificadora fue uno de los principales motores de la reactivación nacional.

Hoy, bajo el Gobierno Petro, esa recuperación se perdió, con una caída del -7 % para 2025. Un sector que había sido motor del empleo y de la inversión, está nuevamente en terreno negativo, afectado por la incertidumbre política, el desmonte de subsidios y la indisciplina fiscal.

La tasa promedio del crédito hipotecario esta alrededor del 11,6 %, presionada al alza por los TES a 10 años que se ubican en el 12.2 %. La indisciplina fiscal del Gobierno está empujando los TES hacia arriba y, con ellos, la tasa hipotecaria, encareciendo el crédito para las familias. Si el gobierno controlara el gasto público, bajarían los intereses y los más desfavorecidos podrían de nuevo soñar con tener casa propia.

La cartera hipotecaria en Colombia representa apenas el 6,6 % del PIB, una cifra muy inferior al promedio de los países desarrollados (por encima del 60 %) y al promedio latinoamericano, cercano al 10 %. El gobierno, en lugar de atacar a los bancos, debería trabajar con ellos para ampliar el acceso al crédito hipotecario.

Una familia promedio necesita más del doble de su ingreso actual para comprar una vivienda VIS. En lugar de promover políticas de generación de empleo y productividad, el Gobierno ha optado por aumentos salariales desbordados que terminan subiendo la inflación, los costos en general y las tasas de interés.

La política social no debe centrarse en que unos pocos trabajadores tengan altos salarios, sino en que más miembros de cada familia puedan tener empleo formal y estable. Lo urgente es facilitar la creación de empresas, promover mayor competencia, mayor generación de empleo y bajar la inflación.

Camacol sugiere medidas excelentes para impulsar el desarrollo del sector. Desafortunadamente el gobierno tiene más interés en la Franja de Gaza que en resolver los problemas de los colombianos.

El sueño de tener casa propia se está desvaneciendo para miles de familias, no por falta de esfuerzo, sino por errores de política pública.

Nota: Hay que reconocerle un mérito a Petro: es el ídolo de todos los vagos del mundo.

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