
Sin ilusión perderemos la elección
Por. Ricardo Mejia Cano
Gustavo Petro no llegó a la Presidencia gracias a un programa detallado ni a una hoja de ruta bien estructurada. Simplemente ilusionó a muchos colombianos con el cambio. Conectó con sectores amplios de la sociedad colombiana –los jóvenes y las clases populares– gracias a un mensaje cargado de emociones, de promesas de transformación y justicia social. Aunque su gobierno ha sido un fracaso, carente de resultados, muchos de sus votantes siguen creyendo que «no lo han dejado gobernar». El sueño sigue vivo, porque no ha sido reemplazado por otro mejor.
Los partidos de oposición están enfrascados exclusivamente en la mecánica electoral: candidaturas, coaliciones, estrategias de campaña, denuncias, cifras de desempleo, indicadores de inseguridad. No basta con decir que el gobierno actual ha fallado, con señalar los escándalos, las contradicciones, la improvisación, las cifras de la caída en la inversión o de la inseguridad. Esas cifras, aunque reveladoras, no tocan el alma del votante. No despiertan emociones. No invitan a soñar.
Y mientras tanto, el relato de Petro y del Pacto Histórico sigue apelando a ese deseo profundo de transformación. Siguen vendiendo una narrativa de lucha contra un enemigo: el «neoliberalismo», el «uribismo», la «élite empresarial». Una parte considerable del país sigue viendo a Petro como un mesías, como el presidente que quiere hacer el bien pero que «no lo dejan». La oposición no ha sabido desmontar ese mito porque no tiene una narrativa que enamore al votante.
La oposición necesita algo más que un frente común contra Petro. Necesita una visión compartida de país. Una propuesta estructurada que hable no solo del presente, sino del futuro. Que contenga proyectos de transformación social, económica y educativa. Que emocione.
¿Dónde están las grandes ideas para Colombia? ¿Dónde están los proyectos que convertirán al país en un centro tecnológico, en un líder en energías renovables, en un referente educativo en América Latina, en un modelo de movilidad social y seguridad ciudadana? ¿Dónde están las metas que podrían inspirar a los colombianos a soñar con un país distinto en 15 o 20 años?
Uno de los fracasos más graves de la oposición ha sido su desconexión con la juventud. En las escuelas y universidades públicas, los jóvenes reciben un mensaje constante: su pobreza y falta de oportunidades es culpa de una élite malvada y un sistema opresor. Aunque esta explicación simplista carece de profundidad, es eficaz. Les da un sentido. Una identidad. Una causa. La oposición, en cambio, les ofrece datos, gráficas, críticas, pero no esperanza.
Colombia necesita una reforma educativa profunda, no solo para mejorar los resultados en lectura, matemáticas y ciencias, sino para formar ciudadanos libres, críticos y emprendedores. Jóvenes que no vivan atrapados en el resentimiento, sino que sueñen con ser los líderes, los empresarios, los científicos y los artistas del mañana.
La oposición colombiana debe unirse, pero para vencer al petrismo debe construir una propuesta que ilusione a los votantes. Si la oposición no arma un proyecto claro de país, otro líder populista tomará el relevo.
La política moderna se construye sobre narrativas. No basta con ser anti algo. Hay que ser pro algo: pro educación y justicia de calidad, pro buena salud, pro infraestructura, pro emprendedores, pro juventud, pro movilidad social, pro transparencia y meritocracia. La oposición necesita definir y comunicar con convicción al menos cinco grandes proyectos que transformen la vida de los colombianos.
No se ganan unas elecciones simplemente exponiendo lo malo del gobierno de turno. Es necesario mostrar una alternativa mejor. De emocionar. De ilusionar. La oposición colombiana tiene una oportunidad histórica de ofrecer al país un rumbo distinto, pero necesita olvidarse temporalmente de la mecánica electoral y construir una visión de nación que inspire, especialmente a los jóvenes.
Las estadísticas, los gráficos, los indicadores son muy importantes para hacer seguimiento a la gestión, pero no transforman. Son los sueños los que pueden cambiar la realidad. Necesitamos recuperar la ilusión.
Nota: Los empresarios se debían abstener de colaborar con aquellos candidatos de centro y derecha que no se sometan a una consulta en las parlamentarias del próximo año para elegir un candidato único.