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Compro Fábrica de Bicicletas

Por: Ricardo Mejia Cano

«El hombre regresará a su origen. Entenderá que su mayor patrimonio es su hábitat. Para conservarlo, aprenderá a comportarse”, León Rosas. Confío en Rosas: compraré una fábrica de bicicletas.

Muchos ciudadanos en el mundo están regresando a la bicicleta. Unos por los altos precios de la gasolina (cuyos subsidios van contra la protección del medio ambiente), otros por la dificultad de encontrar parqueaderos, otros por el endiablado trafico de las ciudades que hace que la velocidad del automóvil sea inferior a la del peatón, otros porque su vida sedentaria puso en peligro sus sueños para la vejez y los más sensatos, pero los menos, porqué quieren conservar el planeta.

Usted seguramente no está entre ninguno de los anteriores. Lo estará. Su excusa hoy: en la ciudad llueve mucho, es muy peligroso, le roban la bicicleta, la ciudad tiene muchas montañas, mejor ir al gimnasio, no hay vías para bicicletas, etc. Mientras más pronto aprendamos a vencer estos obstáculos, mejor. Trabajamos toda la vida para dejar un patrimonio a los hijos y garantizarles su bienestar. No lo estamos logrando.

Muchos científicos consideran que más de un 50% de la contaminación atmosférica es debida a las emisiones vehiculares y que el aumento del efecto invernadero elevaría la población con “alto riesgo” por inundaciones de mil quinientos millones hoy, a tres mil quinientos millones en el 2080.

Muchas ciudades en el mundo han implantado en el mes de junio la Semana Ciclística. Los ciclistas, muchos semidesnudos, salen a protestar por la destrucción del medio ambiente: “Nos oponemos a la dependencia del petróleo y del carro. Como cualquiera, siento vergüenza de mostrarme desnuda en público, pero es mayor el miedo que tengo de la destrucción del planeta”, le dijo a un reportero en Londres la bella Melissa Evans.

En Colombia por el contrario poco nos preocupa: nos favorece nuestra condición de ser indiferentes a lo que pasa en el mundo. Excluida Bogotá, cuyo experimento es seguido por expertos internacionales, no estamos educando a los ciudadanos para las normas de convivencia que se deberán tener en un futuro: caminar, andenes amplios, desplazarse en bicicleta, ciclovías, transporte público, etc.

Aunque algunas ciudades colombianas han establecido el día sin carro, falta apoyo a este tipo de programas. Los comerciantes en lugar de respaldar la medida, se han mostrado insensibles. La función de la empresa privada es producir utilidades para sus accionistas, pero cada vez tienen más importancia los grupos de interés (Stakeholders), a los cuales se debe la empresa. Acogiendo este concepto moderno de Gobierno Corporativo, los comerciantes deberían desplegar el día sin carro una gran campaña para facilitar a sus clientes el transporte en cicla, planes de alquiler, aparcamientos para bicis, promover el transporte público, etc. El comercio se limita a hablar de las ventas perdidas, en lugar de buscar como satisfacer a sus clientes.

¿Cuánto se demorará Bogotá para alcanzar un 40% de los desplazamientos en bici, como ocurre en muchas ciudades de Holanda y de otros países? Si los colombianos utilizáramos más la cicla, nos podríamos ahorrar los billones de pesos que las ciudades tienen que invertir para dar espacio a los carros. Invertimos grandes cantidades de dinero para facilitar el tráfico vehicular en las ciudades, cuando lo urgente es facilitar el tráfico de los camiones entre las ciudades y los puertos.

Mientras entre la neblina de Londres, la juventud protesta por que no tienen más zonas peatonales, en la Ciudad de la Eterna Primavera la juventud protesta porque les limitan el parqueo en la Zona Rosa, que por el contrario debía ser sólo peatonal. Nuestros alcaldes deberían entender esta nueva realidad. ¡Y así me ayudarían en mi nueva inversión!

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