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Correr, el camino a la superación

Ricardo Mejía Cano

A Cheri Blauwet la velocidad le ha dado la vida. Perdió la movilidad de sus dos piernas cuando en su niñez la arrolló un tractor; sin embargo, su mente, alma y cuerpo, corren raudos por el mundo. En el bachillerato se unió al equipo de corredores del colegio, siendo la única corredora en silla de ruedas: «Yo corría sola contra el reloj, para medir mi progreso». Y ha progresado: se graduó magna cum laude en Biología Molecular de la Universidad de Arizona y se especializó en Políticas de Salud Internacional, en Standford. Y la velocidad: ha triunfado en muchas competencias internacionales, incluida la Maratón de Nueva York del 2002.

Corrí mi última maratón de Nueva York en el 2003. Aunque ya no puedo correr una maratón, sólo corro distancias cortas, después de 55 años corriendo, el atletismo ha dejado una huella positiva en mi vida. Hoy mezclo con ciclismo y natación, y así disminuyo las lesiones, en especial en las rodillas. Correr me recuerda que la velocidad importa, tanto en los deportes como en la vida profesional.  La enseñanza mejor es que igual que en el deporte, en la vida profesional, después de más de 40 años de ejercicio, hay que estar ansioso del próximo reto.

Correr debería ser el deporte preferido por los profesionales: En los negocios es importante el contacto con los consumidores, conocer sus gustos, preferencias y ambiciones y esto se alcanza practicando el atletismo. Cuando uno participa en una maratón y comparte con 30.000-40.000 corredores, entre ellos mensajeros, operarios de fábricas, estudiantes, periodistas, ingenieros, artistas, jóvenes y mayores de edad, hombres y mujeres, etc., se aprende de la realidad de un país y de su gente. Si quiere ser empresario: trote. Hacer empresa requiere mucha preparación, tenacidad, resistencia, ilusión y mucha velocidad; igual que para correr los 42 kilómetros.

Mi última maratón de NY no fue fácil, en realidad nunca lo son: En el puente de Queensborough, ingresando a Manhattan, debido a los dolores musculares, pensé retirarme, pero hice un esfuerzo y seguí. En la Primera Avenida los dolores se intensificaron; continué gracias a la ovación del millón de neoyorkinos que se encontraban a lado y lado de la vía. En el puente de Bronx no daba más, pero recordé a la atleta ciega Marla Runyan, quien corría ese día y el año anterior había sido la cuarta mujer en cruzar la meta, y pensé en Cheri Blauwet y los cientos de personas discapacitadas en competencia; comprendí la pequeñez del hombre y la grandeza de las ilusiones; así llegué hasta el Parque Central, donde todo era alegría y tomé fuerzas para terminar. Fueron cinco horas de lucha. Derrotar el cronometro que cada uno de nosotros lleva, es parte del reto. Un par de años antes había hecho en esa misma carrera tres horas y media, pero en la última, con todas sus dificultades, la satisfacción al llegar fue mayor.

Para terminar una maratón se requiere gran tenacidad, igual que la que se requiere para ser emprendedor o empresario.

Hoy Cheri es profesora en la Facultad de medicina de Harvard y médico tratante en el Hospital Brigham. Runyan es profesora y embajadora mundial del Colegio Perkins para ciegos. Ambas son ejemplo de superación e inspiración para las personas discapacitadas. Pero debían ser motivo de inspiración para todos, como lo han sido para mí: no importa que tan grandes sean las dificultades y la angustia, siempre hay oportunidad de sobreponerse.

Mejore sus cualidades humanas y profesionales, el atletismo o deportes similares le ayudarán a superarse.

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