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La Nueva Realidad

Por: Ricardo Mejía Cano.

Ana quedó impactada cuando vio el documental en televisión. Mostraba a un grupo de personas marginadas, sin casa, viviendo en un cobertizo, en condiciones deplorables. Uno de ellos se destacaba por su inteligencia, actitud y capacidad de expresión. Ronald, luego de una sucesión de hechos desafortunados había perdido su trabajo, su casa, y peor aún, su familia. Terminado el documental, Ana llamó a María, la directora de Recursos Humanos, y la convenció de programar una visita a Ronald. Su sorpresa fue mayúscula cuando confirmaron que su interlocutor era un ser brillante, lleno de amor y bondad, a quien la vida le había hecho una mala jugada. Luego de unas comprobaciones, María le ofreció a Ronald trabajo en la oficina de reservas. Pese a su reciente pasado, sus nuevos compañeros lo acogieron positivamente: le ayudaron a conseguir un apartamento cerca al trabajo, le donaron muebles y le pagaron un par de meses de alquiler mientras equilibraba sus finanzas. Finalmente Ronald se reunió con su familia e hizo carrera en la compañía.

Como voluntaria en el Hospital Infantil, Sonia fue invitada a participar en un documental de la institución. Así conoció a la pequeña Susy. Sonia sabía que debía ayudar y enseñar a los niños a transitar con éxito por el tortuoso y apasionante camino de la vida. Nunca pensó que sería al contrario. “Susy me enseñó a sobreponerme ante el dolor: en su lucha contra la leucemia, cada día era una fiesta por la vida. Con mis compañeros de oficina, también voluntarios en el Hospital, le celebramos a Susy sus cumpleaños número 6, 7 y 8. Nunca pensamos que nos abandonaría. No pudimos celebrarle los 9 años. “Adiós pequeña Amazonas, triunfadora indomable, nos enseñaste a vivir y a amar, nos enseñaste de la temporalidad del dolor y de la fortaleza de la esperanza. Tu sonrisa permanente nos acompañará por siempre””. No es de Pablo Neruda, es el sentimiento de un grupo de empleados que se reúnen para compartir, con quienes necesitan que les compartan.

En una visita a la planta, Pedro se encontró con el gerente de producción. Éste le mencionó que quería poner un buzón de sugerencias. Pedro al instante le respondió: “si tus empleados tienen que sentarse, escribir una nota, buscar el buzón donde depositarla, esperar que alguien la mire y luego confiar en una respuesta, el problema acá es de comunicaciones. ¿Porqué no pueden tus empleados simplemente abordarte cuando caminas por la planta y comentarte sus inquietudes? Si nosotros insistimos que escuchamos a la gente, ¿porque los queremos obligar a escribir y dilatar las comunicaciones, cuando lo podemos y debemos hacer en el acto?”

Son casos de la vida real, que cada vez se repiten con más frecuencia. Las empresas que perduran siembran entre sus empleados una cultura de colaboración, promueven un liderazgo focalizado en la comunidad y cultivan ideales que van más allá de hacer plata. Cada vez más personas, además de mejorar su calidad de vida, quieren mejorar el entorno, saben que su felicidad, depende de la felicidad de los demás. Y los empresarios, si quieren tener éxito y que sus compañías perduren, deben entender esa nueva realidad.

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