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Las vicisitudes de los empresarios

Por: Ricardo Mejia Cano

Empezaron exportando naranjas e importando alimentos. Fue en la ciudad Bella, JAFFA, hoy TEL AVIV, a principios del S. XX. Se trataba de un apacible puerto, uno de los más antiguos del mundo. Sus playas eran bañadas por el Mediterráneo, esa sopa de letras que fue el origen de la cultura occidental.

Wahbé A. Tamari era un joven comerciante quien se resistía a creer que su destino estaba jugado. Convencido de que el futuro es lo que uno quiere de él, forjó empresas de la nada, buscando siempre ayudar a las comunidades más deprimidas. 

A los pocos años su hijo Abdallah y su hermano crecieron las operaciones por todo el medio oriente. Pero como dice el dicho, “la dicha no dura”. En 1948 se crea el estado de Israel y la familia Tamaris se ve forzada a emigrar al Líbano. Por fortuna los hijos habían aprendido la lección de su padre: estar siempre dispuesto a empezar de nuevo.  

“Uno debe fijarse metas ambiciosas. Y mientras lucha por alcanzarlas, debe trabajar duro, aferrado a principios loables, sin perder la fe en uno mismo. El dinero no hace el carácter de la persona, este lo hacen los valores, la pasión, el conocimiento y la compasión.” Luego Abdallah agregaba: “La palabra empeñada es sagrada”

Sus empresas marchaban de manera próspera en el Líbano hasta 1975, cuando estalla la guerra civil. Otra vez se ven obligados a probar su tenacidad y energía. Emigran a Ginebra, Suiza, y rápidamente empiezan a comercializar azúcar, café y otros.

Desafortunadamente sólo hay dos tipos de empresas familiares: aquellas aún sin conflictos y las que ya lo tienen. En la década de los 80 el padre empieza a entregar el mando a los hijos, pero sus relaciones que habían sido buenas hasta entonces se resquebrajaron y no les quedó más remedio que separar las compañías. Abdallah tomó la comercialización de Café y creó SUCAFINA, hoy una de las más grandes comercializadoras de café en el mundo, con oficinas en varios países de Latinoamérica, incluida Colombia.

Hoy los hijos de Abdallah, Whabe y Nicolas, manejan las empresas. El primero fue gerente un tiempo de SUCAFINA y luego le entregó la gerencia a Nicolas. Por acuerdo de los hermanos, Whabe montó una nueva empresa para la familia, dedicada a las inversiones en propiedad raíz. No querían experimentar lo que ya habían vivido su padre y su tío.

Las enseñanzas de la familia Tamaris por su tenacidad, capacidad de adaptación y resiliencia son de gran valor. No quisiera tener que escribir en un futuro historias de éxito de empresarios que tuvieron que abandonar su país por las condiciones adversas que un determinado gobierno les impuso. Preferiría que esas enseñanzas de los Tamaris ayudasen a miles de empresarios a cosechar éxitos en sus países de origen y en el exterior. Pero esto dependerá de su capacidad de unirse al alrededor de los principios democráticos y de justicia social.

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