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Politécnicos: ¿En extinción?

Por: Ricardo Mejía Cano

En reciente entrevista a Juana Bejarano, Gerente de Recursos Humanos de General Motors, le preguntaron: “¿Cuáles son los perfiles más difíciles de conseguir?”, respondió: – “Latoneros y pintores”; “¿Porqué?”, – “Las instituciones educativas no cuentan con programas formales de educación en estas especialidades y el nivel de conocimiento técnico que requiere nuestra empresa en éstos trabajos es muy alto”.

Consultado Samuel Azout, Alto Consejero para la Prosperidad, sobre cuál sería la estrategia del gobierno para reducir la pobreza respondió: “Queremos que los más pobres sean capaces de meter goles. Lo que hay que hacer es acercarles la portería. Es darles las competencias necesarias para que ellos mismos superen su condición”. En buen romance: enseñarles a desempeñar oficios que les permitan trabajar dignamente.

En la presentación del Presidente Santos del proyecto de reforma a la Educación Superior, argumentó que en Colombia el 65% de la educación superior es universitaria y sólo el 35% es técnica, proporción inversa a lo que ocurre en los países desarrollados. Y manifestó su intención de invertir esos porcentajes. Desafortunadamente en la reforma propuesta no es clara dicha intención.

Muchos estudios  confirman que en Colombia hay un déficit de tecnólogos mecánicos, electrónicos, mecatrónicos, en sistemas, agrícolas, enfermeras, etc. Y si como lo quiere Azout, debemos acercar la portería a los más pobres, la manera más expedita sería robustecer nuestros institutos tecnológicos: darles presupuesto para que mejoren en calidad (Laboratorios, profesorado, instalaciones, etc.) y aumenten la cobertura.

Entonces, ¿Porqué nuestros Institutos Tecnológicos son especie en extinción?

Son muchas las razones: 1. La Ley 30 de 1992 concentró el aporte del presupuesto nacional a la educación superior en las universidades públicas y prácticamente nada para los institutos tecnológicos, de allí la  manía de éstos de convertirse en universidades; 2. Si bien la reforma supera la anomalía anterior, las universidades públicas ya empezaron campaña para chuparse todo el dinero adicional que destine el gobierno para la educación superior. Ciertamente éstas han hecho un gran esfuerzo en aumentar cobertura, pero el país debe entender que nunca saldrá del atolladero si no formamos una base sólida de técnicos y tecnólogos y fortalecemos instituciones diferentes al Sena para la formación media; 3. Una distorsión cultural: Los jóvenes piensan (Y muchos padres) que tienen que ser universitarios, olvidando que un tecnólogo encuentra trabajo mucho más rápido que un universitario y empieza ganándose casi lo mismo de éste último, con una inversión en dinero y tiempo mucho menor; 4. Muchos rectores universitarios se oponen a la formación por ciclos, reglamentada en la ley 749 del 2002, con el fin de democratizar la educación: permitir a técnicos y tecnólogos continuar su formación profesional en una universidad, para lo cual ésta les debería validar los estudios previos y evitarles cursar nuevamente materias que ya aprobaron en otra institución.

La deserción en las universidades supera el 45%, mientras en los institutos tecnológicos es la mitad. Los estudios indican que la deserción es más por la deficiente formación académica de los estudiantes, que por razones económicas. A juzgar por los resultados de las Pruebas Saber de 5to grado, la deficiencia viene desde la primaria: aproximadamente el 70% de los jóvenes en 5to grado tienen conocimientos insuficientes o mínimos en lectura, matemáticas y ciencias naturales.

El propósito del gobierno de aumentar 600.000 cupos en la educación superior se debería concentrar exclusivamente en la formación técnica y tecnológica. Son los profesionales más demandados en el país, con una deserción e inversión por estudiante mucho menor. Podríamos, como quiere Azout, acercar muchos más pobres a la portería. Y por supuesto concentrarnos todos en la mejora de la educación primaria y secundaria, especialmente en  la calidad de los profesores de la educación pública , donde están las mayores deficiencias. Bachilleres que no saben sacar un porcentaje, difícilmente tendrán éxito en la universidad.

Con el fin de revertir tan grave situación, AMCHAM Medellin establecerá próximamente unas becas para patrocinar a futuros tecnólogos y hará una campaña para enaltecer dichas profesiones.

Evitemos que los Institutos Tecnológicos se conviertan en especie en extinción.

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