El Vuelo de la Libertad
Por: Ricardo Mejia Cano
Muchos alcaldes en el mundo están recurriendo a la bicicleta como parte de la solución al caos del tráfico. Bertrand Delanoe, actual alcalde de París, quiere reducir el tráfico vehicular en un 40 por ciento para el 2020.
Planeación urbana enfrenta un dilema complejo: según los expertos lo ideal es desarrollar las ciudades verticalmente: se reducen los costos de llevar servicios como agua, energía, teléfonos, recogida de basuras, etc., y facilita la reserva de zonas verdes para el esparcimiento. Pero paralelamente con la densificación de la ciudad, los ciudadanos deben cambiar sus costumbres y acudir a medios de transporte diferentes al carro privado, pues de no hacerlo, lo que se gana en reducción de costes de servicios se pierde con los sobrecostos que acarrea la baja fluidez del tráfico.
El alcalde de París implementó hace algo más de un año el sistema Vélib o «vélo liberté», para disminuir el insoportable tráfico, la contaminación y el ruido que tanto deslucen tan bella ciudad. Se podría traducir como «bicicleta gratis», aunque suena mejor «Vuelo de la libertad». En un esfuerzo por motivar a los parisinos a evitar desplazamientos en carro en distancias cortas, implementó 1.500 puestos de alquiler de bicicletas. En el centro de París hay prácticamente cada 300 metros un puesto de alquiler, de tal manera que el usuario puede tomar y devolver la bici, cerca al punto de inicio y de destino de su desplazamiento. Si el usuario la devuelve en menos de 30 minutos, tiempo requerido para recorrer unos 4-5 Km., no paga nada por el alquiler.
Mesie Delanoe, el mismo que llenó las riberas del Sena de playas con arena para esparcimiento de parisinos y turistas, además de mejorar el tráfico de la ciudad, espera también disminuir la agresividad de los ciudadanos. Muchos estudios confirman que mientras transportarse en carro en una ciudad congestionada aumenta la irritabilidad de conductor y pasajeros, quienes se desplazan a pie o en bici, experimentan un relajamiento que aumenta su productividad.
Cada vez más ciudades en el mundo se están uniendo a la Semana Ciclística, realizada anualmente en los meses de junio o julio. Bogotá lo hizo por primera vez este año. La bicicleta no es la solución definitiva del problema, pero sin duda debe estar incluida en el portafolio de soluciones. Crear cultura del uso de la bicicleta, del respeto que los conductores deben prestar a los ciclistas, entender que gracias a ellos las ciudades pueden mejorar en movilidad, es un programa que debemos emprender con urgencia. Este año una ciclista en Barcelona fue atropellada por un camión y por tal motivo se suspendió la participación de Barcelona en la semana ciclística. Pero no han descartado la bici como solución. Son muchos más los heridos y muertos por colisión entre vehículos.
El aumento de los precios del petróleo tiene la economía del mundo patas arriba. La apertura de ese «fusible» es indicador de una sobrecarga en los circuitos. La reparación implica un cambio cultural que muchas ciudades han empezado a dar. Los norteamericanos, reconocidos derrochadores de gasolina, están tratando también de reorientar su cultura. En 1999 dos estudiantes de Harvard fundaron Zipcar, un sistema de alquiler igual al de Vélib, sólo que en lugar de bicicletas, alquilan carros. La empresa se ha extendido a todas las grandes ciudades de EE.UU. Los norteamericanos se gastan 3.75 galones de combustible por cada 100 dólares de ingreso. Uno de los consumos más altos del mundo. Algunos países los superan, entre ellos Colombia, que se gasta 4.36 galones de gasolina por cada 100 dólares de ingreso.
Uno de los mayores retos de nuestras grandes ciudades es resolver el problema de movilidad. Las alcaldías deberían, con apoyo de las universidades, empezar una campaña para inculcar la cultura que determinará la supervivencia de nuestras ciudades dentro de 15 años. Juventud y estudiantes reclaman «Vuelos de libertad». Que vuelen en bicicleta de sus casas a las universidades. Después muchos otros los seguirán.