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La Condena de Colombia

Por: Ricardo Mejia Cano

En un mundo en proceso de transformación por la inteligencia artificial, la automatización y la economía digital, la educación se ha convertido en la mejor fórmula para la eliminación de la pobreza y la inserción en el desarrollo. Mientras tanto, Colombia vive una crisis profunda en su sistema educativo, como lo demuestra el más reciente informe de PISA 2022 (El Programa Internacional de Valoración de Estudiantes). El país se ubicó en el puesto 64 de 81 países evaluados y sus puntajes en matemáticas (383), lectura (409) y ciencias (411), no solo estuvieron por debajo de los del 2018, sino que fueron significativamente inferiores al promedio de la OCDE.

Solo el 29% de los estudiantes alcanzaron el nivel mínimo de competencia en matemáticas, frente al 69% promedio en los países de la OCDE. Esto significa que más del 70% de los jóvenes colombianos no cuenta con las habilidades básicas para enfrentar tareas matemáticas cotidianas. Esta situación es especialmente grave para los estudiantes más pobres, donde el puntaje promedio fue de apenas 352, frente a 383 a nivel nacional. Algo parecido ocurre en ciencias y lectura.

Esta carencia de competencias básicas es la principal causa de nuestra incapacidad de superar la pobreza, la desigualdad y el rezago económico. Es urgente repensar el modelo educativo colombiano y emprender reformas profundas e integrales.

Los países exitosos serán aquellos capaces de adaptar sus sistemas educativos a las demandas de la nueva economía global, centrada en el conocimiento, la tecnología y la capacidad de resolución de problemas.

Sería ideal que Colombia destinase mayor porcentaje del presupuesto a la educación. Sin embargo, países con menor inversión relativa han logrado avances significativos gracias a reformas estructurales.

Vietnam, con una inversión educativa del PIB inferior a la de Colombia, ha obtenido resultados superiores al promedio de la OCDE en lectura y ciencias. Su secreto ha sido un sistema centrado en la formación rigurosa de docentes, la disciplina académica y estándares curriculares claros.

Estonia, otro país con recursos limitados, se ubica en los primeros lugares de PISA. ¿Cómo lo logró? Autonomía escolar, digitalización, evaluación docente y un enfoque en habilidades del siglo XXI, como el pensamiento crítico y educación basada en proyectos.

Polonia implementó una reforma integral en los años 2000 que incluyó descentralización, fortalecimiento de la educación básica y una mejor selección y capacitación de maestros. Hoy, sus estudiantes superan a los de muchos países ricos.

No se trata solo de cuánto se invierte, sino cómo se invierte.

La centralización del sistema educativo en Colombia ha limitado la capacidad de los rectores y docentes para adaptar los planes de estudio a las necesidades locales. Se requiere una descentralización real, donde las escuelas tengan mayor control, pero también sean evaluadas rigurosamente por resultados.

La calidad de un sistema educativo nunca podrá superar la calidad de sus maestros. Se necesita mejorar los estándares de ingreso a las facultades de educación, actualizar los contenidos pedagógicos, e implementar programas de formación continua vinculados a resultados en el aula.

Las pruebas de evaluación de profesores no solo deben ser obligatorias, sino que deben ser herramientas para retroalimentar el proceso educativo, identificar brechas y orientar recursos.

Las diferencias entre zonas urbanas y rurales, y entre estudiantes de diferentes niveles socioeconómicos, son abismales. Debe priorizarse la inversión en zonas más rezagadas, garantizar conectividad, alimentación escolar y materiales didácticos actualizados.

Se debe fomentar una cultura donde el aprendizaje sea valorado por estudiantes, padres y docentes. La excelencia académica debe dejar de ser la excepción para convertirse en la norma.

La transformación del sistema educativo no es responsabilidad solo del Estado. El sector empresarial debe participar activamente, ofreciendo formación dual y pasantías. La sociedad civil debe involucrarse, entender y apoyar las reformas y establecer veedurías para hacer seguimiento a las mejoras en la calidad de la educación.

Que la educación en Colombia requiere una reforma integral es una realidad que todos conocen, sin embargo nadie hace nada.

Reformar el sistema educativo no es una tarea fácil ni de resultados inmediatos, pero es ineludible. Postergar esta transformación es condenar a millones de jóvenes al atraso y la pobreza.

Los malos resultados de PISA 2022 se deberían ver como una oportunidad. La educación es la herramienta más poderosa para romper el ciclo de la pobreza y convertir a Colombia en un país competitivo y más equitativo. No actuar es la condena de Colombia.

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