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Gerente de Distribución de Paz

Por: Ricardo Mejía Cano.

Una de las preocupaciones del gobierno del presidente Santos fue la vinculación del sector privado a las conversaciones de paz. Ya lo había sido en el pasado: en la época del Caguán era normal ver a los empresarios y a los gremios sentados en la mesa con los negociadores. Y no sólo aquí: en general en las conversaciones de paz en el mundo los gobiernos han tratado de vincular al sector privado, buscando su respaldo a los procesos. Una vinculación bastante pasiva. ¿Pero, puede el sector privado contribuir de manera efectiva a la construcción de la paz?

Ante la dificultad de vender sus productos en las zonas más apartadas de la India, Unilever formó como promotoras (Ventas por catálogo) a mujeres pertenecientes a diferentes ONGs rurales. Su meta era llegar inclusive a pueblos de menos de 2000 habitantes, evitando las cadenas de intermediación y de especuladores, que hacían sus productos inalcanzables. Hoy Unilever tiene más de 50.000 promotoras rurales en la India, quienes atienden 3’000.000 de consumidores dispersos en 100.000 pequeñas poblaciones.

A mediados de los años 90s Cemex conformó en México un grupo de antropólogos, trabajadores sociales e ingenieros con el fin de entender mejor a los consumidores de estratos más bajos. Después de varios meses de convivir con ellos se dieron cuenta que sus casas las hacían maestros de obra sin planos, sin presupuesto, sin financiación, sin control de materiales, y lo peor: éstos los compraban a intermediarios ineficientes y costosos. Así nació Construrama, hoy con más de 2000 tiendas de materiales para la construcción, ubicadas en barrios pobres en diferentes países en Latinoamérica. No se trata de una compañía de beneficencia, es una innovación empresarial en que consumidores e inversionistas ganan.

En el Chocó ha sido corriente el decomiso de gigantescos cargamentos de comida podrida, destinada a los restaurantes de colegios públicos de diferentes municipios del departamento. Se trata de contratos millonarios, rodeados de corrupción y misterio. En uno de los casos la personera de Unguía informó a Claudia Morales, periodista que ha estado detrás de una de las investigaciones, que los contratistas “no tienen bodegas en ningún municipio y a las mujeres que preparan los alimentos no les tienen contrato y no les pagan sus sueldos”.

Atender la población marginada, especialmente en zonas rurales, implica muchos retos para el empresariado: diseño de producto, empaque, distribución, inventarios, sistemas de venta, etc.

Para salvar el país, los empresarios serios y responsables, de los cuales por fortuna hay muchos, tendrán que crear las Gerencias de Distribución Paz para Zonas Marginadas, con el fin de montar infraestructura comercial y de aprovisionamiento. Así se llevaría progreso a dichas zonas y se evitarían casos como el del Chocó.

La verdadera paz la alcanzaremos cuando integremos las comunidades marginadas a la economía nacional, para ello los empresarios tendrán que ser más innovadores y crear una nueva métrica: ¿Cuántos productos y/o servicios lanzan anualmente para atender necesidades de los marginados? ¿Qué porcentaje de la facturación corresponde a ventas a la población por debajo de la línea de pobreza? ¿Qué porcentaje de las compras de productos semielaborados, de servicios de maquila, de distribución y venta proviene de los sectores más deprimidos de la población? Se trata de integrar a la población marginada a la economía, como productores y consumidores.

La firma del acuerdo de paz no acabó de ninguna manera con la violencia. Sin embargo, los empresarios podrían hacer aportes significativos creando las Gerencias de Distribución de Paz.

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