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Sin Resignación

Por: Ricardo Mejia Cano

La niñez de Ken Robinson transcurrió entre el aroma a cuero de los guayos y el olor a sudor de las camisetas. Ken, como la mayoría de niños de Liverpool, quería ser futbolista. ¿A qué más puede aspirar un niño, cuyo equipo es de los mejores y más antiguos del mundo? Ilusiones frustradas. Una mañana de 1954 amaneció completamente paralizado: la epidemia de Polio que asoló a Europa por esa época, le obligó a cambiar sus compañeritos de fútbol por el grupo de niños que en el hospital luchaban contra la parálisis. Ken no se resignó. Del hospital pasó a un colegio para minusválidos, luego a un colegio normal y luego a la universidad. Hoy es Ph.D de la Universidad de Londres y consejero internacional en educación, innovación y creatividad. En el 2003 la Reina de Inglaterra le concedió el Título de Caballero.

Como portero de las secciones inferiores del Real Madrid, Julio Iglesias tenía su futuro despejado. Hasta el 22 de diciembre de 1963, cuándo un accidente de carro le deja 18 meses semiparalítico. Con tan sólo 20 años de edad, su incipiente carrera quedó frustrada. Pero no se resignó. Su inmovilidad le dio tiempo para pensar y escribir poemas. Con la guitarra que le regaló su enfermero les puso música. La fama llegó por el camino.

En Pekín nadie podía dormir, porqué Turandot tenía que averiguar el nombre del príncipe desconocido. Éste, angustiado, canta “Nessun dorma”, el aria preferida de Paul Potts, quien siempre quiso ser cantante de opera. Desafortunadamente un grave accidente y dificultades económicas le obligaron a emplearse como gerente de una pequeña tienda de celulares. No se resignó. Venciendo la inseguridad que sentía con tanta frecuencia, y que sólo desaparecía cuando cantaba, saltó a la fama al cantar la famosa aria en un Reality de la TV inglesa.

Como sostiene Robinson, siempre hay motivos para aspirar. El estado de Oklahoma en EEUU es famoso por sus programas de lectura para niños de 3 a 5 años. Hace algunos años el Director de un asilo, conocedor de los programas de lectura, se acercó al Superintendente de uno de los Colegios y se ofreció a colaborar con el programa. Resultado: Los “viejitos” del asilo se convirtieron en tutores, y además de guiar a los niños en sus lecturas, les enseñan como era el mundo sin Internet y sin iPod. Los niños inscritos en el programa superan ampliamente en lectura al promedio, y los “viejitos” han encontrado una manera de ser útiles. Los invadió la aspiración de vivir. Aun a esa edad, hay habilidades y conocimientos por explotar.

Sin importar la edad, nuevas aspiraciones rejuvenecen ¿Pero como distinguir entre aspiraciones realizables y las que no? A los 70 años no es ni conveniente ni practicable aspirar a ser campeón en Fórmula I. Pero aun a esa edad, hay aspiraciones que pueden revitalizar la vida. La expectativa de vida en Colombia ha  aumentado 20 años en los últimos 50. Y seguirá aumentando. ¿Entonces porqué resignarse?

“Mientras el mundo cambia con gran rapidez, nuestras organizaciones, nuestro sistema educativo y nuestras mentes están ancladas en los hábitos del pasado. Un desperdicio enorme de  talento humano”. Dice el mundialmente aclamado Alvin Toffler, al comentar el libro “The Element”, de Robinson.

“Lo que pasa en nuestras vidas no debería ser el determinante, sino lo que hacemos que pase”, escribe Robinson. ¿Hasta que punto la resignación cristiana ha afectado negativamente el desarrollo de nuestros países? A todas luces Cristo fue un luchador incansable, y si bien sugería poner la mejilla izquierda, si se era golpeado en la derecha, nunca dejó de soñar y de luchar por un mundo mejor. Para conseguirlo, es necesario reinventarnos permanentemente. Aspirar siempre a encontrar lo mejor de nosotros mismos, sin resignación.

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