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Nunca Rendirse

Por: Ricardo Mejía Cano

En Pascua de 1991 los principales periódicos colombianos estaban inundados con publicidad anunciando a CARACOL RADIO como primero en sintonía, por encima de RCN. Esto causó gran sorpresa en la Organización Ardila Lulle. Hacía varios años Carlos Upegui, Vicepresidente de la OAL, había pactado con directivos del GRUPO SANTODOMINGO no hacer anuncios de rating, ya que había diferencias en los resultados según el sistema de medición. Se quería evitar desinformar a los anunciantes. El acuerdo incluía que SANTODOMINGO no participaría en refrescos, ni la OAL en cervezas.  

A partir de ese momento, Ardila podía montar una cervecería, proyecto en el que siempre había soñado. La ventaja competitiva de POSTOBON era enorme: 3.000 camiones de reparto, visitando directamente más de 300.000 expendios en el país. BAVARIA dependía de una red de mayoristas, de muy difícil control. En esos años la venta de cerveza y gaseosas se hacía en un 90% en tiendas de pequeño formato. En las visitas de campo que los gerentes hacíamos al mercado, era notorio el aprecio de los tenderos por POSTOBON, gracias a la cultura de servicio: si se quedaban sin gaseosa, se les atendía en menos de 24 horas. Si se quedaban sin cerveza, debían esperar hasta 8 días para ser atendidos.

En octubre de 1991 yo acababa de aterrizar en Miami de regreso de la Luna de Miel en Europa con Ana Isabel, cuando recibo una llamada de Carlos Alberto Beltrán, presidente de POSTOBON. Al otro día empezaba en Frankfurt la feria más importante de la industria cervecera y me pedían viajar lo antes posible, con el fin de buscar proveedores. Contacté a HUPPMANN, líder mundial en diseño de cervecerías. Al año siguiente vinieron a Colombia y luego de un riguroso estudio, acordamos montar una cervecería de 3 millones de Hectolitros/año en Cundinamarca y luego dos de 1 millón en Barranquilla y Cali. Con esas 3 plantas la OAL podría tomar un 25% del mercado de cervezas en cuestión de 3 años. En esa época más del 95% de la venta de gaseosas y cervezas se hacía en envase retornable. No era rentable atender clientes a más de 100 kilómetros de distancia.

La planta de LEONA de Tocancipá inicio operaciones en enero de 1995 y antes de un año ya estaba trabajando al 85% de su capacidad, con una participación de mercado superior al 20%, en Cundinamarca y Boyacá, que eran su área de influencia.

Desafortunadamente los aduladores, especie peligrosa que rodea a los líderes exitosos, convencieron a Ardila que podría superar fácilmente a Bavaria. Con esa idea, Ardila decidió triplicar la cervecería de Tocancipá, modificando el plan original. La OAL quedó con una planta de 9 millones de Hectolitros/año, para vender prácticamente lo mismo. Se trató de atender los mercados de la costa, Antioquia y Valle, pero vender cerveza por fuera del área de influencia de la planta no era rentable.

La deuda en que incurrió la OAL para triplicar LEONA, más la crisis del país de finales de los 90s, forzaron a la Organización a vender la planta a su eterno rival.

Fue una de las crisis más difíciles que tuvo que enfrentar Ardila en su brillante carrera, sin embargo, nunca dejó de transmitir optimismo a su equipo.  

Acabo de regresar de un viaje por Cundinamarca y Boyacá, y me llamó la atención la alta presencia de ANDINA, la nueva cerveza de la OAL.

Colombia perdió un empresario carismático, conversador, generoso, que innovó y transformó el sector de los refrescos, de las comunicaciones, del agro, etc. En su primer intento no pudo con las cervezas. Desafortunadamente no podrá disfrutar del éxito de su segundo intento. Este es su mejor legado: nunca rendirse.

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