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Una Fiesta de 5 Siglos

Por: Ricardo Mejía Cano

El bautizo de Jordi fue bastante singular, en vez de agua utilizaron vino espumoso, el mejor de la cava. Me dicen que inclusive le dieron a probar un sorbo en una cucharita de plata, con el escudo de la familia grabado en el mango.

Jaume, un inquieto agricultor catalán empezó a producir vino en 1551, pero más importante que la cultura industriosa legada a sus herederos, fue la capacidad de entenderse en familia por los siglos de los siglos.

Con el amor por el oficio, a la familia de Jaume le fueron pasando los años y las décadas, hasta sumar el siglo. En ese momento no le quedaba sino una heredera, quien se enamora y se casa con el vinicultor, Miguel Raventós. Corría el año de 1659. Para gloria de Jaume, aunque sus herederos no llevan su apellido, todos se deshacen cuando hablan de su tatatata…rabuelo, el fundador de Codorníu.

Los Raventós resultaron tan obstinados como los Codorniu. En el siglo XIX la industria vinícola francesa se aprovisionaba de fabricantes de corchos españoles. Por ellos se enteraron los Raventós de que en la región de Champaña se producía un vino espumoso de excelente calidad. Josep empacó maletas y se fue a Champaña a aprender el novedoso proceso.

Con motivo de la Navidad, o el matrimonio de su hija, o el nacimiento de su nieto, o porque celebró que su billete de lotería tenia los mismos números del ganador (¡Desafortunadamente en distinto orden!), usted muy seguramente festejó abriendo una botella de Cava Codorníu. Usted ya es parte de la fiesta centenaria de la familia de Jaume y Jordi.

Al preguntarle a varios Raventós si el secreto de su éxito se debe a que los bautizan con Cava de su compañía, me respondieron: “eso ayuda, queremos que todos los herederos sientan desde muy pequeños sus vínculos con la empresa, pero también damos mucha importancia a tener unas reglas claras de juego: en cargos ejecutivos pueden trabajar como máximo cuatro miembros de la familia, quienes aspiren a esos cargos deben tener título universitario, hablar inglés, haber trabajado al menos 5 años en otra empresa y ser seleccionados por una junta de personas independientes a la familia; los ejecutivos, familiares y no familiares, se tienen que retirar a los 65 años, y no ahorramos esfuerzos ni dinero para enseñar a los herederos los valores de lealtad, honestidad y servicio a la comunidad y cuales serán sus derechos y deberes cuando en un futuro se conviertan en accionistas.”

Una vez al año hacen una asamblea junior, en la que reúnen a todos los herederos entre los 18 y 35 años y les explican como va la empresa y cada 5 años se reúne toda la familia para entre otras cosas tomarse la foto de los más de 500 parientes de 4 diferentes generaciones.

Según uno de ellos: “El gran acierto de Codorníu ha sido separar claramente la familia de la empresa y establecer los canales necesarios para la buena comunicación entre los dos. Es normal que los miembros de la familia –quienes algún día serán accionistas– sientan cierta curiosidad por el desarrollo del negocio y se deben mantener informados. Pero cuidamos con esmero que los asuntos familiares sean abordados en el entorno adecuado”

Mientras usted celebra, Jordi se esta preparando para que Codorníu tenga otros 5 siglos de fiesta.

 

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